Desde su inicio hace 1.000 días, la guerra en desarrollo en el centro de Europa ha desbordado las fronteras de Ucrania convirtiéndose en una crisis humanitaria de gran envergadura y en uno de los trances más complejos de la historia reciente en lo que a desplazamientos forzosos de personas se refiere.
Ayer, la encargada de Asuntos Políticos de la ONU, Rosemary DiCarlo, cifró en más de 12.000 los civiles muertos en ese lapso, incluidos unos 600 niños y niñas.
Por su parte, Matthias Schmale, responsable del máximo organismo internacional para la Ayuda Humanitaria, indicó que, en la actualidad, el 40% de la población ucraniana (de unos 37 millones de habitantes) requiere asistencia vital urgente para sobrellevar, a duras penas, la descomunal crueldad del conflicto.
En tanto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) indicó que el número de combatientes ucranianos y rusos muertos como consecuencia del fuego cruzado sería de entre 50.000 y 70.000, a partir de estimaciones gubernamentales y de organizaciones independientes. En tanto, los heridos y afectados directos ascenderían a unas 150.000 personas.
Éxodo forzoso
Además, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), más de 7,2 millones de ucranianos han buscado refugio en el exterior, mientras que otros 7,1 millones se han desplazado dentro del país, huyendo de la violencia y la destrucción.
Este éxodo obligado por las circunstancias atroces ha generado tensiones en los países receptores, que han tenido que gestionar los flujos masivos de refugiados, mientras que las organizaciones humanitarias luchan por proporcionar asistencia en un contexto de recursos limitados.
El impacto de la guerra no se acota sólo a la pérdida de vidas humanas y a la migración masiva. También la economía mundial ha sufrido una grave sacudida debido a la interrupción o alteración de las exportaciones agrícolas de Ucrania, uno de los mayores productores de cereales y otras materias primas agrícolas. La escasez de granos e insumos primarios ha elevado los precios globales de los alimentos, en términos generales, exacerbando la pobreza y la inseguridad alimentaria en varias regiones, especialmente en África y Asia, que dependen en gran medida de estos suministros.
Asimismo, la guerra ha causado un daño ambiental significativo, no sólo por la destrucción directa de ecosistemas y recursos naturales debido al fuego cruzado que no cesa, sino también por la contaminación derivada de las bombas, el uso de armas y la destrucción de infraestructuras clave, como plantas de energía y redes de distribución de agua potable y para riego.
Expertos advierten que los efectos de estos estragos se sentirán durante décadas, afectando tanto a Ucrania como al entorno global.
Desde su inicio hace 1.000 días, la guerra en desarrollo en el centro de Europa ha desbordado las fronteras de Ucrania convirtiéndose en una crisis humanitaria de gran envergadura y en uno de los trances más complejos de la historia reciente en lo que a desplazamientos forzosos de personas se refiere.Ayer, la encargada de Asuntos Políticos de la ONU, Rosemary DiCarlo, cifró en más de 12.000 los civiles muertos en ese lapso, incluidos unos 600 niños y niñas.Por su parte, Matthias Schmale, responsable del máximo organismo internacional para la Ayuda Humanitaria, indicó que, en la actualidad, el 40% de la población ucraniana (de unos 37 millones de habitantes) requiere asistencia vital urgente para sobrellevar, a duras penas, la descomunal crueldad del conflicto.En tanto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) indicó que el número de combatientes ucranianos y rusos muertos como consecuencia del fuego cruzado sería de entre 50.000 y 70.000, a partir de estimaciones gubernamentales y de organizaciones independientes. En tanto, los heridos y afectados directos ascenderían a unas 150.000 personas.Éxodo forzosoAdemás, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), más de 7,2 millones de ucranianos han buscado refugio en el exterior, mientras que otros 7,1 millones se han desplazado dentro del país, huyendo de la violencia y la destrucción.Este éxodo obligado por las circunstancias atroces ha generado tensiones en los países receptores, que han tenido que gestionar los flujos masivos de refugiados, mientras que las organizaciones humanitarias luchan por proporcionar asistencia en un contexto de recursos limitados.El impacto de la guerra no se acota sólo a la pérdida de vidas humanas y a la migración masiva. También la economía mundial ha sufrido una grave sacudida debido a la interrupción o alteración de las exportaciones agrícolas de Ucrania, uno de los mayores productores de cereales y otras materias primas agrícolas. La escasez de granos e insumos primarios ha elevado los precios globales de los alimentos, en términos generales, exacerbando la pobreza y la inseguridad alimentaria en varias regiones, especialmente en África y Asia, que dependen en gran medida de estos suministros.Asimismo, la guerra ha causado un daño ambiental significativo, no sólo por la destrucción directa de ecosistemas y recursos naturales debido al fuego cruzado que no cesa, sino también por la contaminación derivada de las bombas, el uso de armas y la destrucción de infraestructuras clave, como plantas de energía y redes de distribución de agua potable y para riego.Expertos advierten que los efectos de estos estragos se sentirán durante décadas, afectando tanto a Ucrania como al entorno global. La Voz